miércoles, 29 de abril de 2015

Ya el conejo me "esriscó" la retama

EL GONGO RAÚL SÁNCHEZ QUILES*

Ya el conejo me "(d)esriscó" la perra es un dicho canario que expresa lamento y contrariedad ante la aparición de un problema imprevisto. Una frase que debió pronunciar hace muchísimo tiempo precisamente un cazador, contrariado porque durante la caza de un conejo, el herbívoro acabó causando el despeñamiento del can perseguidor. Una pequeña tragedia cinegética que ha terminado por convertirse en frase común del habla popular canaria. El dicho modificado aquí viene al caso porque en EL DÍA de ayer informábamos de la existencia de un estudio científico que alerta de que los conejos pueden acabar por extinguir la emblemática retama del Teide. Y hasta aquí la broma, porque el asunto es serio.

Puede sonar exagerado que el conejo sea capaz de extinguir la retama de las cumbres de Tenerife en un plazo de 20 a 30 años, pero no hablamos de una opinión o de una profecía, sino de los resultados de un estudio científico elaborado por expertos de la Universidad de La Laguna, el Parque Nacional del Teide y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El presidente de la Federación de Gestión Cinegética de Tenerife, Antonio Porras, considera "un disparate" esta conclusión científica y la achaca a "un grupo de biólogos contrarios a la caza". Biólogos y cazadores vuelven a chocar, como en el pasado. Unos defienden la biodiversidad y la conservación de los ecosistemas sin especies introducidas (conejo, muflón, arrui...); otros defienden una práctica que, según recalca Porras, "fue la primera actividad del hombre, que ya cazaba antes de descubrir la agricultura".
En Tenerife hay unos 6.500 cazadores, agrupados en 31 sociedades, de los que alrededor del 80% practica la caza del conejo. Para los aficionados a cazar, hay muy pocos conejos; pero para los biólogos que han estudiado su impacto en la flora endémica, hay demasiados. Las administraciones públicas tratan de mantener una cómoda equidistancia, con medidas en ocasiones tan contradictorias como reducir la población de conejos en una isla y soltarlos en otra. Parece evidente que alguien debería coger al conejo por las orejas, o a la retama por las ramas, y esforzarse para aclarar de una vez, hasta que no haya debate posible, si la biodiversidad de la Isla está o no en patas del conejo.
Fuente: elDía.es