jueves, 23 de noviembre de 2017

La ACEC se niega a cazar cabras asilvestradas en Canarias


Los cazadores contestan a las declaraciones de la Consejería de Política Territorial sobre la vía libre a cazar cabras asilvestradas para evitar daños en flora y fauna.
Los cazadores de la Asociación Canaria de Entidades de Caza (ACEC) entienden que el Gobierno de Canarias los pretende utilizar a su interés cuando ha mostrado una clara incompetencia para atajar el problema que ahora intenta resolver por la puerta de atrás.
La ACEC ha advertido a la Directora General de Protección de la Naturaleza Jesús María Armas Domínguez que el Proyecto de Decreto por el que se declaran especies cinegéticas de caza mayor a los animales domésticos asilvestrados podría incurrir en manifiesto fraude de Ley.
En opinión de estos cazadores canarios, el incremento de cabras y ovejas abandonadas se ha debido a una dejación de funciones en el control y supervisión de la Dirección regional de ganadería sobre esos animales. Lo cual no les extraña, pues a ese departamento le solicitaron un estudio sobre las enfermedades que tienen diezmadas las poblaciones de conejos en todo el archipiélago, mixomatosis y vírica, recibiendo por contestación “Consultados los registros obrantes en esta Dirección General no se tiene constancia actual de fenómeno epizootiológicos comunicados según lo previsto…” Es decir, los conejos no están enfermos porque la normativa no contempla el control de esas enfermedades y no han sido comunidadas. Curioso, cuando desde 1996 está en vigor una resolución por la que se establecen medidas para la lucha contra la mixomatosis.
Por otro lado, la Consejería de Política Territorial comandada por Nieves Lady Barreto, compara la normativa cinegética aprobada en 2006 para Baleares, con un simple Decreto que modifica toda una Ley de Caza de Canarias. No es lo mismo una modificación normativa firmada por parte de una directora del Gobierno, que aprobar dicha modificación por el Parlamento de Canarias. A colación, el Presidente del ejecutivo canario, Fernando Clavijo, introdujo en un cajón al comienzo de su legislatura un borrador de anteproyecto de nueva Ley de Caza para Canarias, pagado por todos los ciudadanos, con el fin de sustituir la actual y obsoleta legislación cinegética.
Desde el año 2007 la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad prohíbe expresamente el aprovechamiento cinegético de los animales de producción asilvestrados. Asimismo, el Real Decreto de Exóticas Invasoras contempla la caza como instrumento de erradicación sobre especies catalogadas e introducidas legalmente antes del 2007, caso diferente a las ovejas y cabras domesticas que fueron abandonadas. En contraposición, no se le ha ocurrido a la Administración autonómica canaria extrapolar esa tan fabulosa referencia Balear para permitir la caza de la tórtola turca, común y la codorniz, prohibidas en el archipiélago apoyándose en los grupos ecologistas.
Según la ACEC, no deja de ser llamativo que mientras la Consejería de Política Territorial y Medio Ambiente ambiciona la colaboración del colectivo cinegético para erradicar las cabras y ovejas asilvestradas, por otro lado, la Consejería de Presidencia mediante el anteproyecto de Ley de Protección de Animales estigmatice y criminalice exclusivamente a ese mismo colectivo y lo trate como maltratador, sin un solo estudio oficial e imparcial sobre abandono o bienestar animal.

El Presidente de la ACEC, Juan Miguel Sánchez Roig, afirma: “Estamos hartos de una Administración sin rumbo. En los años 70 introdujeron el Muflón y el Arruí como especies cinegéticas de caza mayor en Tenerife y La Palma respectivamente, para su conservación y aprovechamiento sostenible al amparo de la Ley de Caza. Desde hace bien poco, las declararon especies exóticas invasoras y las controlamos contra nuestra voluntad para su erradicación pues es lo permitido. Ahora, los mandatarios quieren que seamos los asesinos de las ovejas y cabras. Mientras tanto, ni una sola medida favorable a la actividad cinegética y su mundo, ni un estudio, proyecto o iniciativa que haga pensar más allá de que hay interés en que la cacería desaparezca por aburrimiento. Las aproximadamente 15.000 licencias de caza y sus familias, mucho me temo le pasaran factura a un grupo de gobierno carente de timonel, descoordinado a los remos y sin capitán al mando”.